Simón y su novia, Virginia, me dicen que les está encantando la novela G, de John Berger. Como es un libro que les recomendé, la satisfacción es grande para este lector-guía. Me siento incluso animado a seguir recomendando libros -no a Simón y Virginia, a ellos ya me los «gané», ahora tengo que conquistar a alguien más, o sentirlos un poco lejos a los dos, sentirlos volcados a otras preocupaciones, reinsumisos a mi talento, y entonces reconquistarlos con otro gesto. Sin querer me metí en el tema que tenemos con mi psicóloga imaginaria.
Por lo pronto hoy estoy leyendo La primavera de las solteronas de Muriel Spark. Su título en traducción fiel sería más bien «La plenitud de la Señorita Brodie». Según el juicio de algunas revistas británicas de literatura (el juicio o la pesadilla del juicio: el ránking), «La plenitud de la Señorita Brodie» está entre las cien mejores novelas en lengua inglesa. Es excelente, opino. Fue llevada al cine en los ’70. En Argentina la editorial La Bestia Equilátera, que es la que viene publicando novelas de Spark a ritmo anual, todavía no editó esta. Quizás sus derechos son más caros, porque además de excelente fue muy exitosa (valor literario 10, valor comercial 8, tendría que decir si esto fuese un informe de lectura).
La señorita Brodie es una profesora de un secundario inglés que decide, planifica y ejecuta durante cinco años su proyecto de marcar a fuego las cabezas de seis de sus adolescentes alumnas. Está determinada a educarlas a su modo, desviándose de los planes de enseñanza y sobre todo de la ideología progresista de esos planes. De modo que usa las clases para hablar de sus novios, de la guerra, para sublimar la Italia de Mussolini y denostar a los Estados Unidos y a Inglaterra. La edición que tengo fue publicada por la colombiana Edecol, también en los ’70. La conseguí en Parque Rivadavia; me dio vergüenza pagar los tres pesos que valía y compré otro libro (uno de Silvia Molloy, que ahí lo tengo por ahora).